Constituyendo
una de las piezas más valiosas de la era precolombina mesoamericana, el
calendario azteca o Piedra del Sol, refleja los grandes conocimientos
astronómicos que manejaron los mexicas.
Aspectos del Calendario Azteca
El
calendario azteca es una rueda de roca de basalto, que midiendo un poco menos
de cuatro metros de diámetro y con un grosor de más de cien centímetros,
representa una sucesión de anillos concéntricos que contienen una serie de
inscripciones relacionadas con la medición del tiempo.
Al respecto,
el calendario azteca está dividido en varias secciones, como el disco central
que posee el rostro del dios Tonatiuh con un cuchillo que sale por su boca,
rodeado de cuatro cuadros que se refieren a las eras de la creación de la
tierra, del viento, del fuego y del agua. Luego, el primer anillo está formado
por veinte figuras que constituyen los días del mes, el segundo anillo contiene
glifos que indican los cuatro puntos cardinales, en el tercer anillo figuran
dos serpientes con cuerpos formados por llamas con los semblantes de los dioses
Xiuhtecuhtli y Tonatiuh, incluyendo la fecha de la creación del
sol. Por último, en el cuarto anillo figuran las estrellas en el cielo
nocturno.
Los ciclos que componen el Calendario Azteca
Hay
que tomar en cuenta, que el calendario de la cultura azteca describía en base a
los movimientos de los astros, los meses, los años y los siglos, abarcando los
siguientes ciclos anuales:
Xíhuitl, el calendario solar.
Consistiendo
en un recuento de los 365 días del ciclo solar, se dividía en 18 meses de 20
días cada uno, que sumaban 360 días, adicionalmente, había 5 días usados
para el arrepentimiento, oraciones o celebraciones para recibir el año nuevo.
Estando relacionado con las estaciones, era muy empleado para fines agrícolas.
Tonalpohualli, el calendario ritual
Fraccionado
en 20 meses de 13 días cada uno, daba un total de 260 días al año, los cuales
manifestaban la armonía cósmica y humana, ya que distribuía la cantidad de días
equitativamente, para la celebración de rituales a cada uno de los dioses, de
esta forma, se lograba un equilibrio en el poder de las deidades.
Cada
52 años, estos dos ciclos se alineaban para marcar el siglo, que era celebrado
con sacrificios de prisioneros y ayunos como penitencia, lo que aseguraba que
el astro solar brillaría durante el siguiente siglo.
Así,
el calendario azteca fue una manifestación que estableció en esta gran
civilización, la importancia del tiempo como ordenador de la vida y como
ponderador de las fuerzas celestiales que regían los fenómenos naturales.